Mobiliario urbano

José Ramón Sierra

13/02/87. (Sala 085)

Mobiliario urbano. Lámpara Resurrección (de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg) 1967. 250 x 450 x 180 cm. Instalación de una sola obra, sobre el suelo, en el centro de la sala. 

José Ramón Sierra Delgado

Un cajón de ladrillos (proletarios, quizá recuperados de derribos) a hueso y en seco con juntas verticales de 1 cm; tapa de madera con argolla metálica, levemente girada que deja sin cubrir cuatro pequeños triángulos en las esquinas, por los que salen cuatro largas varillas de latón. Por las juntas y por los triángulos se escapa la luz interior que emana de los cuerpos incorruptos.

El monje dominico Guido di Pietro (después, Fra Angélico) había dispuesto en su Juicio Final, de 1425, una calle central pavimentada de una sucesión ordenada de bocas cuadradas de tumbas en dos filas al tresbolillo, con sus tapas abiertas, de las que ya ha salido, resucitada por los ángeles trompeteros, toda la humanidad, dividida en dos grupos irreconciliables: a la izquierda del espectador, los justos, a su derecha, los condenados. En medio, en segunda fila, emerge una tumba solitaria, cúbica y proporcionada como esta. Poco después, a partir de 1481, Sandro Botticelli dibujó para el Canto X del libro del Infierno de la Comedia dantiana, la ciudad de los condenados con tumbas a escala de los cuerpos (como aquí) y tapas (con argollas) movidas por la fuerza del fuego. A partir de estos y otros destellos similares, las ensoñaciones cúbicas se consolidan como figuraciones primordiales de la muerte. La figura cúbica como evocadora de la memoria y la celebración heroica del recuerdo y del agradecimiento, sobre la idea moderna de función en la configuración del arte y la arquitectura, que, según Loos, solo puede alcanzar el monumento funerario. La tumba cubica de Adolf Loos, también solitaria y sin proporción humana, ni tapa ni argolla, fue una construcción de Kulka de 1958, según un boceto muy esquemático de Loos del 31, dos años antes de su muerte. Es un bloque macizo de granito de 1.16 x 1.16 x 0.90 m sobre un plinto de 1.90 x 1.90 x 0.37 m. Figura cúbica sin adentro, no un cubo. Existe otro boceto de Loos para su tumba, con ostentoso busto de banquero. Sobre el uso programático del interior y sus instrumentos proyectuales, existe una larga tradición arte – arquitectura, de la que sería un ejemplo predilecto la reforma de 1931 de la Neue Wache en Berlín (Sachs y Schinkel, 1836) de Tessenow. También la propuesta de Chillida para Tindaya de 1994, no realizada. Desvelamientos de un gran estómago cúbico y vacío, ajeno y contradictorio con su identidad externa reconocible, informe, como una gran barriga tumbada bronceada, herido por una luz que lo atraviesa. Luz más lluvia más nieve berlinesas en recuerdo del panteónico agujero de los 9 metros romanos. Según citan Schulze y Windhorst, Fuchs le presentó a Mies los dibujos de un elaborado monumento neoclásico que incluiría medallones con los rostros de Liebknecht y Luxemburg esculpidos por Rodin. «“Al verlos, empecé a reírme — cuenta Mies — y le dije a Fuchs que eso estaría bien para el monumento de un banquero.” A Fuchs no le hizo gracia, pero llamó por teléfono a Mies al día siguiente preguntándole qué propondría él. Mies le dijo: “no tengo ni idea, pero como la mayoría de estas personas fueron fusiladas frente a un muro, un muro de ladrillo sería lo que yo construiría.”». Ni  Luxemburg ni Liebknecht murieron fusilados frente a un muro. Según Mumford, “la idea de un monumento moderno es una verdadera contradicción en los términos”. (The Culture of Cities).