La primera vez

Agustí García

14/10/04. (Sala 226)

Interesado desde muy joven en el movimiento underground, Agustí García ayudaba a promocionar tanto los cómics como las revistas alternativas del momento distribuyéndolas en las Ramblas y otros barrios. 

No fue hasta el año 2000 cuando empezó a pintar sus denominadas Bad Paintings. Le interesan los temas de la vida cotidiana que pueden llegar a ser impactantes y que conviven en la misma tela junto con los también impactantes títulos. En la exposición combina distintos formatos y distintas técnicas.

Decir algo sobre la pintura de Agustí es imposible sin hablar de él mismo.

Porque en sus cuadros literalmente vuelca todas las imágenes que llenan su vida y su propio universo vital y visual.

Imágenes visuales y verbales, formas y palabras que seguramente tienen su origen en el mundo del cómic, en el que Agustín se siente libre y espontáneo.

Sobre todo espontáneo. En sus cuadros casi (o siempre) hay la sensación de que una idea en su cabeza desata una catarata de imágenes que literalmente cubren todo el plano hasta el límite.

Son como iconos religiosos, pero también como los rótulos de los peluqueros de las aldeas africanas.

Porque a Agustí le gusta la gente. La gente del barrio donde guarda sus raíces. Es como un verdadero entomólogo de barrio: observa y escucha a la cultura popular  y luego la expresa con la misma comprensión y amor por los personajes que tiene Woody Allen para los suyos.

Y así, es imposible no entablar una relación con la historia que Agustí nos está contando.

Y, volviendo al comienzo, todo esto es posible porque es un Espíritu Libre Libertario y un naïf  salvaje, que ha creado un estilo de una desbordante humanidad, calidez y complicidad al que no puedes sustraerte.

Sus trabajos atraen en principio, por la exuberancias de sus colores  y la composición, generalmente ordenadamente suelta y dinámica, pero al acercarse y leer los aforismos o, por ejemplo las increíbles listas de recomendaciones para situaciones imaginadas, y sus consejos  son deliciosos.

Quisiera incidir, porque creo que es un elemento clave del estilo, en que la tipografía aunque utilizada profusamente, está siempre formando parte activa del cuadro, nunca como epígrafe o titular separado. 

Podría seguir enumerando las razones razonables para explicar(me) porqué la pintura de Agustí me alegra el día, pero este tipo de experiencia no puede transmitirse. Tienes que  estar delante y entrar en su juego. 

Y entonces disfrutas un buen rato. Que recordarás.

En definitiva compartir con todo ese mundo mágico, esa especie de atracciones de barrio; entender los mensajes cifrados que andan por ahí o participar de su metalenguaje me recuerda el lema que define el porqué de ser de los fans de Harley Davidson:

“Si te lo tengo que explicar, no lo entenderías”

Carlos Rolando